Inge Morath nació en Graz, Austria, en 1923. Siempre interesada
por la fotografía como medio de testimonio de la realidad, al principio de su
brillante carrera se vio obligada a utilizar un seudónimo masculino para firmar
sus primeros trabajos. Gracias a su tenacidad, Morath fue una de las primeras
mujeres en entrar en la prestigiosa agencia Magnum, primero como editora e investigadora
-por invitación de Robert Capa-, y después como fotógrafa.
Morath ha sido una fotógrafa de rara excelencia: supo acercarse
a sus sujetos, animados o no, con respeto y curiosidad, pero sobre todo con una
atención que nacía de su profunda cultura, y esta exposición quiere celebrar su
genio mostrando tanto algunas de sus obras más icónicas como otras menos
conocidas para ofrecer al visitante el recorrido más completo posible por su
producción.
La muestra es una retrospectiva cronológica con más de un
centenar de fotografías que recorren toda su vida y su obra, desde sus
comienzos hasta su fallecimiento en 2002, incluidas las famosas instantáneas de
Marilyn.
Fue en 1960 cuando estuvo, junto a los grandes fotógrafos de la
agencia Magnum, en el rodaje de la película Vidas rebeldes, la última que
completó Marilyn Monroe antes de morir. En el plató, mientras hacía las fotos,
ya convertidas en legendarias, conoció a Arthur Miller, marido de Marilyn
Monroe, guionista de la película y, en aquel momento, quizás el mayor
dramaturgo estadounidense. Miller y Marilyn se separarían pronto y Arthur
Miller se casaría con Inge Morath. Ambos pasarían los años siguientes viajando
por el mundo, escribiendo y fotografiando lugares inaccesibles en aquella época,
como Rusia o China.
La obra fotográfica de Inge Morath se caracteriza, por un lado,
por su documentación cultural humanista, fruto de su intensa actividad viajera
a lo largo de toda su vida y de su deseo de sumergirse en culturas y formas de
vida extranjeras. Fue durante estos viajes cuando Morath produjo algunas de sus
imágenes más famosas.
También los retratos ocupan un lugar central en su obra. Además
de encuentros fugaces con transeúntes, Inge Morath retrató sobre todo a
personas del mundo de la cultura. Su larga amistad con artistas y, más tarde,
su matrimonio con Arthur Miller le abrieron muchas puertas, incluso para,
literalmente, entrar en los estudios y pisos de estos artistas que a menudo
documentaba. El escritor Philip Roth la llegó a describir como una «tierna
intrusa».
Durante su trabajo como retratista, siempre buscó descubrir el
lado más auténtico de sus sujetos, incluso con las celebridades. Sobresalieron
los retratos que realizó en África, Europa y Asia, poniendo en primer plano la
humanidad de hombres y mujeres con resultados que iban mucho más allá de la
fotografía de reportaje. Muchas de estas obras fueron tomadas en color, algo
poco frecuente en los años 50, y permanecieron desconocidas durante mucho
tiempo, incluidas las fotografías tomadas en España, que ahora se podrán ver en
Málaga.
La fotografía en color, aunque no está totalmente ausente de las
publicaciones de Inge Morath, sólo aparece en un puñado de casos. Esto puede
explicarse en parte por el mayor coste de la impresión en color, especialmente
en el caso de los libros más antiguos. Pero la ausencia de color es aún más
notable en los últimos libros de Morath que en los primeros. No cabe duda de
que se trata de una elección editorial o personal, y no sólo de consideraciones
económicas.
A pesar de su aparente preferencia por el blanco y negro, las
pruebas de la importancia del trabajo en color para la propia Morath se apoyan
tanto en la alta concentración de imágenes en color que seleccionó para su
inclusión en la base de datos de Magnum, como en la extensa colección de
material en color que conservaba en su archivo personal.
Precisamente, esta exposición pretende sacar a la luz dicha
producción en color de Morath, con el que trabajó desde el principio hasta el
final de su carrera.
Como era de esperar, las primeras grandes obras en color de
Morath, compuestas por cientos de imágenes, se produjeron durante largos viajes
a España (1953 a 1958), Irán (1956), Rumanía (1958), México (1959 y 1960) y
Túnez (1959 y 1960), por encargo de diversas revistas fotográficas. Morath
viajó por primera vez a España con Cartier-Bresson en 1953, por encargo de
Picasso para la revista Holiday. Pronto Morath empezó a yuxtaponer servicios
por encargo en blanco y negro con trabajos personales realizados en color.
Pero no es menos cierto que la ausencia de trabajos en color en las publicaciones de Morath puede deberse tanto al prejuicio que compartían tantos otros fotógrafos de que para ser considerado artista había que trabajar en blanco y negro, como al hecho de que la propia agencia Magnum archivaba de forma diferente las fotografías en blanco y negro y en color, relegando estas últimas a la fotografía de archivo, y perdiéndolas a menudo, lo que dificulta la reconstrucción del corpus en color de los artistas.
Así pues, esta exposición pretende recuperar el papel del color en el corpus artístico de Morath, tratando de corregir la desequilibrada documentación histórica de su obra, pero al mismo tiempo también abre la puerta a restituir el fotoperiodismo en color en la historia más amplia de la fotografía, de la que permanece notoriamente ausente.