Una mañana de 1962, el célebre director italiano Federico Fellini (1920-1993) se levantó y describió un encuentro con Picasso en El libro de los sueños, cuadernos en los que -a modo de antología onírica- escribía y dibujaba sus ensoñaciones a petición de su psicoanalista, Ernst Bernhardt, discípulo de Carl Gustav Jung. Así, entre noviembre de 1960 y agosto de 1990, Federico Fellini completó dos gruesos volúmenes con un extenso imaginario de personajes e imágenes, germen de escenas inolvidables en sus películas.
Pablo Picasso aparece representado en un primer sueño del 22 de enero de 1962, en el que Fellini y su esposa Giuletta Masina visitan la casa de Picasso, se reúnen en su cocina donde comparten una confortable escena de amistad. En sus memorias, el director afirma que “estábamos en una cocina, era claramente la cocina de su casa, una enorme cocina repleta de comida, de cuadros, de colores… Hablamos toda la noche”. Cinco años más tarde, el 18 de enero de 1967, sueña de nuevo con Picasso y anota en su cuaderno: “Toda la noche con Picasso, que me hablaba, me hablaba… Éramos muy amigos, me mostraba un gran cariño, como un hermano mayor, un padre artístico, un colega que me coloca a su altura, alguien de la misma familia, de la misma casta…”. Hay un nuevo sueño en 1968, que no dibuja pero sí redacta, en relación a una falsa noticia sobre la muerte de Picasso. Finalmente, en julio de 1980, Fellini describe su cuarta y última ensoñación, en la que asegura que éste vuelve a hablarle como un amigo y un maestro: “Sueño con Picasso (un poco más desmejorado, consumido, pero todavía muy vital) que me habla sin parar”.
El mundo de Federico Fellini llega al Museo Picasso Málaga a través de la exposición Y Fellini soñó con Picasso (del 13 de febrero al 13 de mayo de 2018), con una selección de dibujos, películas, fotografías y otros documentos del director italiano que, junto a pinturas, esculturas, dibujos y obra gráfica de Pablo Picasso, evidencian sensibilidades comunes a ambos gigantes del siglo XX, abordando dilemas como la sexualidad, la exaltación de la vida, la exuberancia y la metamorfosis, a veces presentada de manera singular. Para la doctora en Historia del arte y comisaria de esta muestra, Audrey Norcia, tanto Fellini como Picasso nos han dejado una obra colosal y visionaria, por lo que el encuentro aquí propuesto no debe ser entendido como una comparación, sino como un diálogo: “Son estos los elementos que le unen a Picasso, sin duda alguna, aunque estén sumidos en los sueños. Lo mismo que su amor a la vida “.
El recorrido comienza por ese Libro de los sueños para continuar por la via Margutta de Roma, calle en la que ambos viven en distintos momentos de sus vidas que los acercan a la antigüedad clásica, tomando forma sobre imágenes de vestigios griegos y romanos habitados por personajes mitológicos. A continuación, a modo de reflexión sobre la poderosa presencia de las mujeres en la obra de ambos creadores, se inicia un viaje onírico en el que ellas son representadas como figuras divinas, terribles y sublimes, delicadamente sensuales o profundamente carnales, temperamentales o serenas. Tanto para Fellini como para Picasso, el circo es otro espacio de inspiración común y de interacción con la cultura popular, un universo irreverente en donde la sorpresa, el humor, la mentira y la transformación se personifican en acróbatas, arlequines y pulcinellas.
Para Fellini el cine es un aliado de la pintura, ya que ambos no pueden existir sin la luz: “Para mí el cine es imagen y la luz es su factor fundamental. Lo he dicho muchas veces: en el cine la luz es ideología, sentimiento, color, tono, profundidad, atmósfera, narración”. Así, esta exposición se aproxima también a los procesos creativos de ambos creadores.
Durante toda su vida, Fellini tomó apuntes del mundo que le rodeaba a través de dibujos grotescos, a los que añadía algún comentario y, aunque durante su juventud se ganó la vida como ilustrador y caricaturista, el cine acabaría siendo su técnica de expresión artística. Fellini dirigió películas desde 1950 hasta 1990, si bien sus mayores éxitos como cineasta corresponden a los años 60 y primeros 70. Sus cintas recibieron toda clase de premios internacionales, como la Palma de Oro en el Festival de Cannes por La dolce vita (1960), con la cual obtuvo un importante éxito y supuso el inicio de su colaboración con el actor Marcello Mastroianni. Ocho y medio (1963) marca el comienzo de la segunda etapa del cine felliniano, de exuberante fantasía y con un humor de rasgos surrealistas. Giulietta de los espíritus (1965) originó cierta polémica, que se repetiría en otras películas, por el impúdico erotismo que la atraviesa y por la ironía con que se trata a sí mismo y a la sociedad italiana. Ya en los años 70 y 80, películas como Roma, La ciudad de las mujeres o Y la nave va marcan la posterior producción de este cineasta, dueño de un universo muy personal y de un estilo extremadamente libre. En 1993, poco antes de su muerte, recibió su quinto Oscar al conjunto de su carrera. El director italiano confesó en varias ocasiones su anhelo de que el cine fuera a su manera una pintura, y de hecho sus películas están compuestas de episodios que pueden calificarse de pictóricos.
Entre los museos e instituciones que han prestado obra para Y Fellini soñó con Picasso, se encuentran la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte; Museu Picasso, Barcelona; Musée Picasso, Antibes; La cinémathèque française - Musée du Cinéma, París; Comune di Rimini; así como varias colecciones privadas. La exposición, coproducida con La cinémathèque française - en donde se exhibirá posteriormente - cuenta con la colaboración de Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte, Festival de Málaga, Comune di Rimini y está patrocinada por CaixaBank.