Pinceladas malagueñas: Agustín Manuel Heredia Martínez

Cerca del puerto, en la confluencia entre la Alameda de Colón y la Avenida que lleva su nombre, nos encontramos con el monumento dedicado al importante industrial Manuel Agustín Heredia Martínez. Nacido el 4 de mayo de 1786 en Rabaneda de Cameros, La Rioja. Emigró a Málaga con quince años, donde trabajó como ingresando en un comercio en Vélez-Málaga. Sus primeros proyectos empresariales comenzaron en 1808 en Gibraltar, relacionados con el comercio de los frutos secos y el vino, durante la Guerra de Independencia.
   
Asociado a su paisano Manuel María Fernández, abrió casas de comercio en Gibraltar y Málaga, dedicadas a la exportación de productos agrícolas y minerales y a la importación de manufacturas. Heredia obtuvo importantes beneficios de la exportación de grafito, gracias a los permisos que consiguió del general Ballesteros, que dirigía la resistencia contra los franceses en las sierras del sur. Según Álvarez de Linera, el propio Heredia confesaba que los grafitos de Marbella habían sido el principio de su fortuna. En 1813, a raíz de ciertas desavenencias entre los socios, quedó disuelta la compañía y Heredia creó entonces su propia casa de comercio estableciéndose en Málaga. Ese mismo año se casó con doña Isabel Livermore Salas, hija de un influyente irlandés afincado en España, cuñada del Marqués de Salamanca y del político Serafín Estébanez Calderón, con quien tuvo doce hijos. Este matrimonio le proporcionó estatus social y le permitió codearse con la burguesía malagueña muy influenciada por extranjeros que residen en esta ciudad.

La creciente importancia de su casa de comercio le valió el reconocimiento de la clase mercantil malagueña, que le nombró prior del Consulado en 1824, cargo desde el cual Heredia impulsó obras públicas de gran importancia para el desarrollo de la ciudad, como el arreglo del camino de Antequera y la limpieza del puerto, y contribuyó a la creación de un jardín de aclimatación de plantas exóticas destinado principalmente al cultivo de especies susceptibles de aprovechamiento industrial. También impulsa la creación de una cátedra de química industrial y de geometría mecánica para poder formar técnicos españoles que trabajen en sus fábricas.

En 1826 creó la sociedad La Concepción en Marbella, los primeros altos hornos de España, iniciándose así en actividades de ferrería, que continuaría con la fundación de la Fábrica de La Constancia en 1833 en Málaga.

Hacia 1840 Manuel Agustín Heredia es ya el mayor empresario de España y el primer industrial ferretero, sus complejos siderúrgicos emplean a unas 2.500 personas, entre ellos muchos de etnia gitana, a los que el industrial prestó su apellido como medio de asentamiento y socialización, y razón por la que muchos gitanos españoles llevan el apellido Heredia. A demás de la actividad siderúrgica, fue propietario de dos fábricas de jabón e hilados en Málaga y de una flota de 18 buques mercantes que comerciaban con América.

Participó en compañías de seguros, sociedades denominadas Unión Malagueña, compañía de seguros marítimos fundada en 1838, y Sociedad de Seguros contra Incendios de Edificios, creada en 1840, en ambas era el mayor accionista. En el proyecto del banco de Málaga, y la fundación del Banco de Isabel II, creado en 1844 por iniciativa de un grupo de importantes hombres de negocios entre los que figuran José Salamanca, Gaspar Remisa, Manuel Gaviria, José Buschental, Nazario Carriquiri y Pablo Collado. También fue uno de los promotores de una sociedad de vapores, nacida en 1845, con el objetivo de establecer una línea de navegación ente Cádiz y Marsella.

Fundó y presidió el Círculo Malagueño. Poco antes de su muerte, acaecida el 14 de agosto de 1846, fue nombrado senador, jurando su cargo el 5 de marzo.

El monumento está realizado en hierro en la ferrería La Constancia, dispuesta sobre un basamento de piedra. La estatua fue colocada en un primer momento en un pequeño jardín situado junto a la entrada de la fábrica. A principios del siglo XX, los descendientes de Heredia ofrecieron el monumento al Ayuntamiento de la ciudad. Hubo entonces distintas propuestas. Finalmente, en 1923, la estatua fue colocada en el parque de la ciudad, pero cinco años más tarde fue trasladada a la avenida que lleva el nombre del personaje, donde aún permanece.
 
La idea del monumento surge a raíz del fallecimiento de Heredia el 14 de agosto de 1846, y para ello se contrata al prestigioso escultor malagueño José de Vilches. El conjunto lo preside la estatua sedente del prócer, ubicada sobre un basamento. Aparece deliberadamente caracterizado como un patricio romano, en pose solemne, con aire senatorial y cierta actitud desafiante sobre un sitial. Vilches presenta a Heredia ante sus contemporáneos como un hombre seguro y hecho a sí mismo, cuya gloria sería fruto exclusivo del esfuerzo, la perseverancia y el trabajo: Constantia et Labore, tal y como indica el lema inscrito en el rollo de pergamino que el personaje porta en la mano.
 
Los relieves del basamento representan alegorias alusivas a las actividades industriales y comerciales del represado. En el plafón delantero, la Alegoría de las Artes, bajo la forma de una figura femenina sentada sobre un capitel jónico, rodeada de libros y un fragmento de rueda dentada, en el plafón se lee una dedicatoria y una cita de Cicerón “Vita/ Mortuorvm/ in Memoria/ Vivorvm/ est posita”. En el plafón trasero del monumento figura Thanatos, el genio de la Muerte, efigiado como un joven atleta alado que apaga la llama de la vida, marcando con ello el final de la protección a la cultura y al progreso dispensada por el protagonista.
En los costados sendos relieves alegóricos dedicados a las actividades del industrial. De una parte, el dios Mercurio centra la alegoría del Comercio, la Agricultura y la Ganadería, estas dos últimas personificadas por un personaje femenino con gavillas de trigo y por otro masculino que sostiene una res. El propio Mercurio encarna las labores mercantiles al enlazar ambos personajes, mediante el gesto de indicar un barco que inicia su travesía por el mar al fondo de la escena, en evocación de las rutas mediterráneas y atlánticas que reconocen en Málaga uno de sus puertos milenarios. En el otro plafón lateral, Hércules y Vulcano representan el mundo de la Industria, el Progreso y el Trabajo acompañados de un exhaustivo repertorio de referencias icónicas extraído de los avances tecnológicos coetáneos al propio monumento, entre los cuales ocupan un lugar importante los útiles de la fundición y de la forja.